Uno llegaba de capa caída, cacheteado por los reveses, atragantado por decenas de goles no gritados y otros tantos sufridos en carne propia. El otro venía entonadísimo, ilusionado tras hacer pata ancha en la localidad de San Martín, tras noquear a Chacarita.
Sin embargo, poco antes de la medianoche del miércoles, ambos abandonaron la modesta cancha del barrio San Martín, de la ciudad de Paraná, con sensaciones diametralmente opuestas, como si el mundo hubiera cambiado de pronto de eje.
San Martín regresa a Tucumán con la felicidad de haberle cumplido a su gente, esa que despidió al equipo con un banderazo sin reproches. Atlético Paraná pareció despertarse de un espejismo y se encontró con que la lucha en la B Nacional es dura y es mucha. Todos los rivales son complicados.
Ganó bien el “Santo” porque esta vez supo cuidar el cero en el arco propio, sin desesperarse por marcar en el de enfrente. Jugó con sabiduría y respondieron bien los de atrás. Y de a rato funcionaron las pequeñas sociedades, con Leonardo Acosta omnipresente. A veces encontrándose con Diego Bucci, otras con Matías García, algunas también con Alejandro López. Sólo Ramón Lentini siguió peleado con su pasado reciente. Con todo, el gol que rompió el hechizo, como en aquel debut frente a Argentinos, llegó por otra vía, la menos pensada. Por un defensor, ahora goleador como Rodrigo Moreira.